Las fiestas tradicionales en los barrios se vienen organizando, desde hace muchos años, por el tejido asociativo con el apoyo municipal.
Esta circunstancia no debe confundir a la opinión pública. El responsable de la organización de las fiestas en los barrios, al igual que San Pedro o San Lesmes, es el Ayuntamiento que recibe el apoyo entusiasta y desinteresado de los Consejos de Barrio y del resto de organizaciones. Es decir, actúan en sustitución del Ayuntamiento al que le solucionan un problema.
Este sistema ha ahorrado muchos costes al municipio y ha garantizado el mantenimiento de estas tradiciones que, prácticamente seguro, hubieran desaparecido si tuvieran que ser sostenidas por la administración pública.
Es incomprensible que a estas organizaciones sin ánimo de lucro se les trate como si fueran una entidad privada cualquiera y como si la organización de las fiestas respondiera a un interés particular.
Desde que Aparicio es Alcalde, todos los años han disminuido las ayudas a los barrios mientras que las fiestas organizadas directamente por el Ayuntamiento han incrementado sustancialmente sus gastos. Esta es la consideración que a Aparicio le merece el tejido asociativo.
La carencia de talante dialogante por parte del alcalde va a provocar la desaparición de estos festejos que los vecinos esperan.
En beneficio de la ciudad sería conveniente que Aparicio rectificara.
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