martes, 12 de julio de 2011

Burgos accesible

Desde el 4 de julio los vehículos anteriores a 1993 que no lleven incorporado catalizador no podrán circular por el centro de Lisboa.

Muchas ciudades en el mundo están adoptando medidas encaminadas a solucionar los problemas del tráfico que tanto contribuyen al malestar urbano.

Las calles han pasado de ser un espacio complejo y público que facilita el encuentro y la relación social a un gran aparcamiento al aire libre y lugar concebido, casi en exclusiva, para la circulación del vehículo privado.

La excesiva motorización urbana causa problemas de salud a consecuencia de la contaminación atmosférica y el ruido del tráfico; favorece el empleo de recursos no renovables (petróleo y derivados) y el consiguiente empeoramiento de las consecuencias del cambió climático; disminuye la capacidad socializadora del espacio público generando un desequilibrio social debido a la cada vez mayor dependencia del vehículo privado y es económicamente ineficaz al exigir cada vez más recursos sin que se solucionen los problemas que comporta.

La consecuencia es la destrucción de la calidad del espacio urbano y la generación de modelos urbanísticos insostenibles.

El nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Burgos no aborda en su integridad políticas de movilidad y accesibilidad eficaces para incrementar sustancialmente la calidad de vida de los burgaleses.

Una ciudad saludable, cómoda, próxima al disponer los barrios de los servicios necesarios en la vida diaria reduciendo los desplazamientos, habitable al priorizar la convivencia en los espacios públicos, segura, próspera, participativa, involucrada y respetuosa con los problemas medioambientales globales debieran ser los objetivos prioritarios en el planeamiento urbanístico.

Los modelos tradicionales han fracasado. La intervención en el viario urbano para ampliar su capacidad, por regla general, lo que han conseguido es agravar el problema porque el número de vehículos ha crecido con tal magnitud que las nuevas infraestructuras están desbordadas antes incluso de ser inauguradas.

Hay que promocionar los medios de transporte que faciliten los desplazamientos con un menor impacto ambiental y social, es decir, hay que incrementar sustancialmente el transporte público. Más importante aún que esta política es dedicar una atención prioritaria a facilitar la accesibilidad dirigiendo el esfuerzo hacia la reducción de las necesidades de desplazamiento motorizado y del aprovechamiento máximo de la capacidad autónoma de trasladarse, andando o en bicicleta, que tiene el ser humano.

Conseguir estos objetivos exige nuevas jerarquías en el uso del espacio público y en los medios de transporte.

Hay que adecuar el tráfico y el transporte a la habitabilidad de los barrios y no a la inversa estableciendo suficientes aparcamientos para residentes y velocidades de circulación coherentes con la prioridad residencial.

Hay modificar radicalmente las prioridades en los medios de transporte. El que debe recibir la atención preferente es el peatón que debe gozar de itinerarios peatonales seguros y sin interrupciones, luego los medios más benignos desde el punto de vista social y ambiental, como la bicicleta y el transporte público y, por último, el automóvil privado.

Aún estamos a tiempo de modificar las previsiones del nuevo PGOU para atender estar prioridades. Existen muchas experiencias de las que podemos aprender. Recientemente dos burgaleses estudiosos de los problemas de movilidad en Burgos han destacado que, por ejemplo, en San Sebastián se dedican proporcionalmente, muchos más recursos al transporte público que en Burgos. También podemos tomar nota de las políticas de accesibilidad que se han aplicado para conseguir una ciudad más saludable y de mayor calidad de vida.

No perdamos la oportunidad.