sábado, 10 de noviembre de 2007

El ataque contra la razón

Acabo de leer el libro de Al Gore, premio Príncipe de Asturias y Premio Nobel de la Paz 2007, que fue vicepresidente de los Estados Unidos entre 1993 y 2000.
Su lectura es muy útil para comprender los rasgos característicos de la política mundial y comprobar que Bush, Aznar, Rajoy y Aparicio, en su acción política, utilizan las mismas artimañas.
Eliminar el debate público real mediante la reducción de acción política a la pura propaganda empleando todos los instrumentos del poder, la manipulación continua de los sentimientos y creencias religiosas para dividir a la sociedad, la utilización sistemática de la mentira, la fabricación de un estado de miedo permanente que justifica la tortura en Guantánamo o el ataque al Tribunal Constitucional para evitar “la ruptura de España” y la supeditación de los intereses públicos a los intereses de las grandes empresas son características comunes de esta oleada neoconservadora.
“La verdad y la razón como modo de llegar a ella, son dos elementos fundamentales para la salud de una democracia. Sin embargo, la política contemporánea parece seguir un camino prácticamente opuesto. Nos hallamos ante un auténtico ataque contra la razón, liderado por la administración de George W. Bush, que tiende a ignorar las opiniones de los expertos, ya sea sobre el cambio climático o el déficit público, y evita el proceso normal de debate y toma de decisiones para apoyar políticas específicas de raíz ideológica.” (Al Gore)
Como dice Jordi Sevilla en la recensión de este libro “no se trata de un libro del intelectual radical Chomsky, o de las narraciones del periodista Woodward. Se trata de la denuncia contundente y sosegada de un patricio americano, que lo fue todo en el establishment, y que pudo ser y, de hecho, tal vez debió legalmente ser el presidente de Estados Unidos en lugar de aquél a quien critica de forma tan demoledora. Pero es, también, un político preocupado por la degeneración que está experimentando la democracia en manos de un grupo de neoconservadores que no creen en los principios fundadores de Estados Unidos, primos hermanos de los de la Revolución Francesa, ni creen en la razón como elemento articulador de una sociedad libre. Unos reaccionarios cuya obsesión es movilizar las emociones convencidos de que la victoria rara vez se consigue con buenos argumentos.”

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