viernes, 26 de junio de 2009

No hay participación ciudadana

La participación es imprescindible para el fortalecimiento de la democracia. Contribuye a ampliar los estrechos cauces de la democracia representativa y facilita la formación de ciudadanos libres y críticos que, individual u organizadamente, fortalecen la sociedad en la que viven.

“La Ley soy yo y hago lo que me da la gana”, ese es el principio aplicado por el PP desde que Aparicio es alcalde. El vigente Reglamento de Participación Ciudadana fue aprobado en el año 2000 por unanimidad de todos los grupos políticos con representación en el Ayuntamiento. Su texto recogió las peticiones tradicionales del movimiento vecinal en Burgos y las aportaciones más avanzadas de diferentes reglamentos existentes en las ciudades españolas.

Durante la legislatura progresista, se fue desarrollando su contenido y se abrieron amplios cauces de participación, de forma que todos los vecinos tuvieran la oportunidad de aportar su colaboración en los asuntos públicos de la ciudad.

A través de los Consejos Sectoriales, los burgaleses podían participar en la definición de las políticas municipales (urbanismo, cultura, cooperación internacional, etc); los Consejos de Barrio encauzaban las inquietudes de ámbito territorial y el Consejo de Participación velaba por el buen funcionamiento de los cauces de participación y por la promoción de las asociaciones vecinales.

Desde que el gobierno el PP tomó posesión, se ha dedicado, minuciosamente, a desmantelar todos los cauces existentes. En un principio, con la disculpa de tramitar una modificación que nadie pedía, y ahora, ya sin disculpa ninguna, se produce un incumplimiento generalizado de esta norma legal vulnerando los derechos de todos los burgaleses.

A los Consejos de Barrio y Asociaciones Vecinales se les trata de una u otra forma dependiendo de su grado de sumisión al poder. A los que se atreven a formular una leve crítica se les margina y a los benevolentes se les manipula intentando comprar su voluntad con migajas.

El miedo a la libertad paraliza. Quien no tiene miedo, estimula la crítica, y quien lo posee, reacciona con la intolerancia propia del ordeno y mando. Esa es la realidad que vivimos.

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