Con motivo de la celebración de las fiestas universitarias se ha puesto de manifiesto la falta de alternativas que la sociedad proporciona a la juventud y cierta hipocresía social.
Nada más natural que los jóvenes quieran celebrar sus tradicionales fiestas. En ocasiones, las que han realizado se han transformado en un macrobotellón poco edificante. El equipo de gobierno municipal, en lugar de intentar reconducir hacia alternativas más saludables estas actividades, lo único que propone es prohibir y perseguir a los jóvenes por toda la ciudad para evitar que se reunan.
La imagen de cientos de jóvenes bajando del parral escoltados por un amplio número de efectivos policiales ha sido lamentable.
No es de recibo que las inquietudes juveniles reciban como única respuesta la prohibición. El ayuntamiento debe dialogar con los jóvenes para acordar alternativas festivas que sean aceptables para todos. No se puede recurrir a la marginación de la juventud como único recurso.
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