domingo, 8 de agosto de 2021

Este soy yo


Este soy yo
Nací en Burgos el 8 de febrero de 1955, en la calle Hospital Militar, donde mis padres tenían una panadería. Soy el menor de tres hermanos. Me crié en el barrio de San Cosme y alrededores. El Liceo Castilla de la calle Concepción fue donde cursé mis primeros estudios.
Mi padre y mi tío sufrieron prisión por sus ideas políticas. Tal vez, debido a su influencia, yo siempre he sido, y espero continuar siéndolo, un inconformista y un rebelde contra la injusticia y la opresión.
De muy joven, me sentí muy atraído por los movimientos contraculturales que existían en Europa a finales de los años 60 y principios de los 70. Para impregnarme de ellos, decidí conocerlos “in situ”, así que, ni corto ni perezoso, emprendí la aventura de viajar por toda Europa. Fue toda una experiencia el deambular y participar de lo que entonces considerábamos un paraíso de la libertad. Después de seis meses de no parar, tuve que volver a Burgos y reanudar mis estudios.
En 1973, un vasco que hacía la mili en la ciudad, me convenció para que empezara a militar en el movimiento trotskista, lo que hice con la misma intensidad y pasión que pongo en cada una de las actividades que emprendo. En estos años, adquirí amplios conocimientos de las corrientes ideológicas de izquierdas y una manera de afrontar los problemas que hoy me sigue guiando. Recordaré siempre las intensas y prolongadas conversaciones con Esteban Granado en la trastienda de su librería. Esteban es la persona a la que más he admirado intelectualmente y, es posible, que la que más ha influido en mi formación.
Como el ambiente político que se respiraba en Burgos distaba mucho de responder a mis inquietudes, me trasladé a Madrid a estudiar COU, aunque en realidad lo que hice fue meterme en política hasta las cejas. En mi ilusión por difundir las ideas del cambio de régimen y el paso a la Democracia, desarrollé una actividad política muy intensa en Enseñanzas Medias y Universidad hasta que, en junio del año 1975, fui detenido en una asamblea clandestina que estábamos celebrando en un colegio público del barrio de San Blas.
Las autoridades franquistas me impusieron una multa de orden público por la que ingresé en la prisión de Carabanchel durante un mes. Antes, hube de pasar cinco días, que me parecieron cinco años, en los calabozos de la policía de la Puerta del Sol. Acabaron procesándome por asociación
 ilícita y propaganda ilegal. Recuerdo que el único vínculo que tuve en ese tiempo con el mundo fue la tenue voz de un ciego. Luego averiguaría que el hombre en cuestión pasaba sus días, uno tras uno, sin faltar nunca a su cita, en la calle Carretas.
Al salir de la cárcel, regresé a Burgos, donde paré poco tiempo, pues enseguida tuve que incorporarme a la mili. Me mandaron a la otra punta del país, nada más y nada menos que a Ceuta. Mi llegada al cuartel fue inolvidable. Dos funcionarios del Servicio de Información Militar me esperaban para notificarme la amnistía. El ambiente no era fácil aún, a pesar de lo cual formamos Comités de Soldados para permanecer vinculados con la realidad política y difundir propaganda que traíamos de Sevilla. Recuerdo que a un compañero le encontraron estas publicaciones, por lo que fue arrestado en los calabozos durante seis meses.
Terminé el servicio militar en julio del año 1977 después de que me prolongaran quince días la fecha de licenciamiento. Mientras toda España celebraba las primeras elecciones democráticas en junio de 1977, yo me encontraba haciendo maniobras militares en Almería. Nunca he sabido si esta prórroga forzosa fue accidental o premeditada.
Terminada la mili, trabajé en diferentes lugares hasta que, en 1978, ingresé en L'Oreal, empresa a la que he estado vinculado hasta marzo de 2014. Tener un puesto de trabajo te garantiza la independencia y la libertad necesaria para dedicarte a la política. Además, el no estar demasiado tiempo continuado dedicado exclusivamente a la actividad pública y poder regresar a tu puesto de trabajo es muy saludable para mantener los pies en el suelo.
Me afilié a UGT en el año 1979 y fui elegido responsable de Negociación Colectiva en la Comisión Ejecutiva Nacional de la Federación de Industrias Químicas. Trabajé durante cuatro años en Madrid con Matilde Fernández, Pepa Pardo y Esther Cabezudo. El trabajo sindical que desarrollamos tiene todavía su plasmación en el Convenio General de Industrias Químicas. Matilde me ha influido mucho personalmente. Ha sido un privilegio trabajar con personas como ellas.

En 1983, volví a mi ciudad. Me propusieron participar en las elecciones municipales y salí elegido concejal del Ayuntamiento de Burgos. Reelegido en 1987 en la lista encabezada por Pedro Díez Labín -una de las personas más afables y luchadoras que he conocido- también tuve la oportunidad de ser diputado provincial.
Un año después, inicié nuevas tareas políticas que me mantuvieron fuera de Burgos un largo periodo de tiempo. Primero, como gobernador civil de Ávila, provincia hermana que me acogió muy bien desde el primer día y donde tuve la oportunidad de conocer a fondo la Administración General del Estado. De allí fui a Extremadura. En 1990, ocupé el cargo de delegado del Gobierno en esta Comunidad, con sede en Badajoz. Durante tres años, conocí la realidad social de esta tierra, tan bien reflejada en la magnífica obra de “Los Santos Inocentes”. Afortunadamente, el trabajo de Juan Carlos Rodríguez Ibarra al frente de un Gobierno comprometido con su tierra ha cambiado radicalmente Extremadura. Los pueblos y ciudades extremeñas disponen ahora de unos servicios de los que carecían y sus habitantes se sienten orgullosos y esperanzados.
De Extremadura regresé a tierras castellanas para estar al frente de la Delegación del Gobierno en Castilla y León, donde permanecí poco tiempo pues, transcurrido escasamente un año, Juan Alberto Belloch me propuso ser director general de la Policía, cargo que ocupé durante tres años, hasta 1996.

Una de las anécdotas personales más curiosas que viví durante ese tiempo, intrascendente desde el punto de vista social y político pero humanamente enriquecedora, fue cuando me entregaron mi propia ficha policial y visité el calabozo donde estuve detenido en la Puerta del Sol. En el ejercicio de este cargo, pude comprobar que los españoles tenemos una de las mejores policías del mundo. Fueron unos años muy complicados en los que la lucha contra el terrorismo de ETA y la detención de Roldán exigió una atención preferente de estos profesionales. Personalmente, estoy muy agradecido al Cuerpo Nacional de Policía por la calidad humana de su plantilla, de la que guardo un gratísimo recuerdo y con la que mantengo magníficas relaciones.

En el año 1999, participé en una de las experiencias políticas y personales más positivas que he conocido: la celebración de unas elecciones primarias para decidir el candidato a alcalde por el PSOE de Burgos. Este hecho dinamizó la democracia interna y supuso un revulsivo extraordinario al hacer posible que más de 1.000 personas eligieran en votación secreta al candidato socialista.
Contrariamente a lo que a veces sucede, la competencia estrechó la colaboración política y la amistad personal y mutua con Luís Escribano, por lo que configuramos una magnifica lista electoral que, mediante acuerdos con otras opciones políticas, posibilitó que fuera elegido alcalde de Burgos tras las elecciones celebradas el 13 de junio de 1999.
El 2 de julio de 1999 constituye ya una fecha histórica en nuestra pequeña historia local, pues, por primera vez, Burgos eligió un alcalde socialista. Siempre lo había dicho y tuve la oportunidad de corroborarlo: para mí, no hay nada más satisfactorio que ser alcalde de tu pueblo o ciudad. Es uno de los cargos en los que mejor he trabajado y me he sentido, por la cercanía y proximidad con la que se afrontan los problemas, por la posibilidad que te ofrece de estar a pie de calle, en contacto permanente con los ciudadanos. Esa ilusionante legislatura supuso un cambio de orientación de la ciudad que, desde entonces, mira al futuro con más optimismo y confianza en sus propias posibilidades.
En las elecciones celebradas en los años 2003 y 2007, el PSOE obtuvo los mejores resultados de toda la época democrática, aunque no fueron suficientes para continuar gobernando.
En estos años en la oposición, he continuado trabajando con las mismas ganas e interés por Burgos y los burgaleses.
En el año 2011 dejo de ser concejal al no presentarme a las elecciones.
El 1 de marzo de 2014 dejo de trabajar en L'Oréal.
El 8 de junio de 2018 he sido nombrado Secretario de Estado de Defensa. Es un honor para mi el desempeño de este cargo al servicio de España compartiendo esfuerzo y trabajo con Margarita Robles y el gobierno socialista del presidente Sánchez que tanta ilusión y esperanza ha despertado en la sociedad española.
El 23 de junio de 2020 dimito como Secretario de Estado de Defensa recuperando la condición de jubilado.
Han sido dos años muy felices en el Ministerio de Defensa pero necesito recuperar mi vida personal para dedicarme a actividades que no puedo desarrollar ocupando un cargo público.
Desde entonces tengo una actividad montañera bastante intensa.

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